Laura Benítez es Doctora en Filosofía y durante unos cuantos años ha estado compaginando la investigación con la docencia en la Universidad Autónoma de Barcelona. Antes de encontrarla en el entorno académico ya había nos había impactado la primera vez que la escuchamos. En la anterior edición del CONGRESO POR LOS DE DERECHOS DE LOS ANIMALES convocado por el Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona, en 2009, dejó impresionados a los asistentes al intervenir en el turno de preguntas de la mesa que discutía la oportunidad o no de prohibir las corridas de Toros en Cataluña como así lo demandaban los firmantes de la ILP. En la mesa habían delegados de todos los partidos con representados en el Parlament de Cataluña. Entre el público había algún amante del arte de torturar toros en una plaza redonda. La imbatibilidad de los argumentos de Laura Benítez contra la denominación artística de ese terrible sufrimiento, y la seguridad con la que los formuló, invitó a periodistas y participantes de uno y otro lado de la mesa a felicitarla enardecidamente. Cuando le comentas aquel episodio ella, humildemente, dice que no tienen ningún mérito: hablar de animales, espectáculo y arte para ella no supone ningún esfuerzo por que es su ámbito de estudio. Debemos replicarle que por mucho que uno estudie una cosa que el talento es requisito imprescindible para hacerlo tan bien: con el tesón y la costumbre no basta. Ojalá.
Leemos en un currículo colgado en la red que que Laura ha estado adherida al proyecto de investigación “La historicidad de la experiencia estética II: continuidad y discontinuidad entre experiencia estética y sentido moral” y que ha colaborado en la organización de ciclos sobre las relación es entre “Ética, Estética y Nuevas Tecnologías” centrándose en las relaciones entre Arte y Biotecnología.
De una pequeña parte de su tesis doctoral, de uno de sus capítulos, nos habló el sábado día 5 de Abril en el contexto de la Fiesta Vegana que se celebra mensualmente en el Ecocentre de la calle Mallorca número 330.
Nos explicó, como una parte de su ámbito de estudio, qué es el bioarte y nos dió varios ejemplos. Proyectos como un conejo alterado genéticamente para ser fluorescente (y que jamás pudo salir del centro de investigación donde nació), unas mariposas que en el estado de pupa habían sido modificadas para perder la simetría cromática de las alas, un colectivo que durante años preparó la inyección progresiva de suero alterado de caballo en una de las "artistas", son algunas de las obras principales de distintos autores que Laura ha analizado concienzudamente y usa como palanca de reflexión. Los artistas y los teóricos del arte se sirven hábilmente de un lenguaje intrincado y ambiguo para justificar lo que a ojos del bienestar animal es injustificable. Hacen falta personas con conocimiento y sensibilidad en ambos campos que exploren esos espacios compartidos.
En el arte, se da la potestad de provocar y de trascender los discursos, de descontextualizar y de resaltar, de proponer y de estimular. El arte por definición no puede estar restringido, encorsetado y ser previsible, pero la falta de consentimiento, la indefensión y la vulnerabilidad de los animales debería ser el límite para todo aquel que use animales como supuesta forma de expresión.
Las exposiciones de Laura están insertadas en un contexto de reflexión filosófica e intelectual muy elaboradas. Son una valiosísima y muy necesaria contribución a esa voluntad de ser mas humanos a partir de la integración de los animales en el ámbito de la moralidad.
Esperamos reencontrarla, leerla, poder seguirla y que su talento siga, como hasta ahora, al servicio de algo que es propiamente humano- como que es la creación artística- y la evaluación de una relación entrecruzada entre ética y estética.
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