Explica, para quien
no lo sepa, qué es la Asociación
Parlamentaria en Defensa de los Animales (APDDA), que tú
coordinas.
En primer lugar muchas gracias por vuestras amables palabras y por la
oportunidad de explicar el trabajo que hacemos desde la APDDA. Somos una
asociación formada por diputados y senadores y exdiputados y exsenadores, unos
cuarenta en la actualidad, que lleva siete años haciendo de lobby en favor de
los animales en las Cortes Generales. Fue el 19 de diciembre de 2007, en
respuesta a la creación en el Senado de una peña taurina, cuando Francisco
Garrido y Joan Oms (Los Verdes), Joan Herrera y Jordi Guillot (ICV), Josep
Maldonado (CiU), Isabel Salazar (PSOE) y Joan Josep Nuet (IU-EUiA) decidieron
fundar la APDDA no solo como una asociación antitaurina, sino dedicada en
general a la defensa de los derechos de todos los animales. En esta legislatura
es cuando la asociación ha crecido, se ha abierto (ahora tenemos miembros de
todo el arco parlamentario, desde el PP a ERC) y ha madurado tanto en el
trabajo parlamentario y legislativo como en servir de cauce entre los
movimientos sociales animalistas y las administraciones públicas.
¿La pertenencia a
distintos grupos del arco político os dificulta el trabajo u os enriquece?
Los miembros lo somos
a título personal, no en representación, y tenemos una sensibilidad por los
animales que va más allá de lo que puedan defender nuestros respectivos
partidos. Eso hace que resulte fácil alcanzar acuerdos y que siempre tengamos
buenos interlocutores para formular propuestas a los distintos grupos
parlamentarios e incluso al propio Gobierno. Nuestro trabajo en la reforma del
Código Penal ha sido un buen ejemplo de ello.
En estos años que
llevas trabajando en favor de los animales no humanos, ¿has podido observar una
mayor sensibilidad en tus colegas?
Creo que sí. La protección animal como política pública ha entrado en la
agenda política y eso es ya inevitable. Va con el signo de los tiempos. Hace
ocho años nuestra defensa del Proyecto Gran Simio provocó una brutal
caricaturización del fundador de APDDA Curro Garrido por parte de la prensa
conservadora. Sin embargo, recientemente el Gobierno ha traspuesto la directiva
europea que prohíbe la investigación en grandes simios precisamente por su
similitud con el hombre, que también es un primate, y nadie ha hecho chistes al
respecto. Vamos avanzando, es evidente.
¿Cuáles son los
mayores escollos para conseguir un territorio más respetuoso con los animales?
El mayor escollo es eso
que llaman tradición y que resulta ser una excusa cruel para justificar cosas
absolutamente injustificables. En toda la legislación estatal y europea se prima
el valor de la protección de los animales, pero con una excepción: la
tradición. No hay nada cultural en ello. Se trata de brutales costumbres donde
se maltratan o matan animales en espectáculos públicos y que no desaparecieron
con la llegada de la Ilustración como en el resto de Europa. Su único mérito es
que el pensamiento reaccionario sobrevivió en España y que cualquier esfuerzo
modernizador fue sofocado a sangre y fuego. Por eso en España se lancean toros,
se tiran animales desde campanarios y se considera patrimonio cultural la
tortura y muerte de un herbívoro en una plaza. Tengo la sensación de que
encontramos escollos para universalizar la protección de perros y gatos, algo
que por otra parte concita la unanimidad en nuestra sociedad, precisamente
porque quienes disfrutan con el maltrato animal en las fiestas populares tienen
miedo de que si se consolida la protección animal como valor social terminará
impidiendo las fiestas con sangre. Y tienen razón. Eso es lo que sucederá antes
o después por mucho que se resistan.
¿Cómo debemos
presentarnos los animalistas para llegar a influir en las decisiones de los
políticos?
Los movimientos
sociales de todo tipo, el animalista también, deben saber cómo funciona el
mundo político-institucional, que tiene sus propias reglas del juego, para
poder influir en él en pos de sus objetivos. Hay que conocer básicamente los
procesos legislativos y parlamentarios, así como el funcionamiento de las
distintas administraciones públicas, para reclamar medidas que puedan llevarse
a cabo y para exigírselas a la administración que tenga la competencia. Hay que
poner el acento en el interés general para convencer al responsable político,
aunque no tenga especial sensibilidad por los animales; por ejemplo, hay que
convencerlo de atajar el abandono de animales porque supone un incremento del
gasto público; ese argumento lo va a entender seguro. Y finalmente hay que
tener toda la paciencia del mundo porque el tempo
dela cosa pública es lentísimo. Terriblemente lento.
¿Qué diferencias y
semejanzas encuentras entre un político y un defensor de una causa como la
animalista?
Un activista
animalista está haciendo política. Es un político en el sentido etimológico de
la palabra porque se preocupa del bien común. Si defiende a los animales y reclama
una legislación y una determinada política pública de protección, está promoviendo
un cambio político por tanto. Para mí son tan políticos los activistas
animalistas como quienes están ocupando temporalmente un cargo público. No
concibo la política de otra manera.
¿Crees que aún hay
mucha distancia entre el sentimiento hacia los animales y la decisión de voto?
El voto es un
instrumento muy importante y la gente entiendo que valora muchos aspectos a la
hora de decidirse por una u otra opción. Cuestiones ideológicas, credibilidad
de unos u otros, determinadas medidas que resulten especialmente importantes
para cada elector… Yo percibo que cada año hay más partidos políticos que
incluyen en sus programas medidas concretas en relación con los animales y que
cada vez las ofertas son mejores, más completas. Así que deduzco que la
política animal cada vez influye más dentro de ese amplísimo abanico de causas
que terminan decidiendo el voto. Puede que haya mucha distancia todavía, pero es
mucho menor que hace unos años, eso es evidente.
A ti, personalmente
¿en qué te ha cambiado este trabajo cotidiano por el respeto de los animales?
Una cosa es convivir
con gatos en casa, participar de alguna manera en el rescate de alguno de
ellos... pero otra cosa muy distinta es ver la globalidad de la problemática de
los animales en España. Desde que estoy coordinando APDDA he tenido un mayor
conocimiento de las cosas que suceden. Antes me llegaban solo algunas
denuncias, ahora creo que me llegan casi todas y es realmente terrible lo que
sucede en los cuatro puntos cardinales de este país. Pero lo más importante es
que ahora tengo más conciencia de cuáles son las soluciones que podrían
resolver muchos de estos problemas: algunas reformas legislativas y sobre todo
educar en la empatía con los otros seres vivos.
Crees que una vez
uno conoce la realidad de los animales no humanos puede volver a ignorarla? ¿Es
un camino sin retorno?
Después de tomar
conciencia de la realidad es muy difícil intentar no verla.
Entre los logros
obtenidos recientemente por vuestro equipo está la inclusión de la zoofilia en
el código penal…
Estamos muy
orgullosos del trabajo realizado en esta cuestión. Para hacer estas cosas se
fundó nuestra asociación. Hace un par de años en la APDDA estudiamos el Código
Penal y acordamos promover nueve enmiendas ante los distintos grupos
parlamentarios. Luego hicimos de lobby en el Congreso y conseguimos que el PP
accediera a incorporar la mayor parte de nuestras propuestas a través de una
transacción con ERC, para la que logramos recabar la unanimidad de todos los
grupos. El avance más importante es que por primera vez en España se tipifica
la explotación sexual de animales. Nos sumamos pues a la mayoría de estados
europeos que recientemente han prohibido la zoofilia, aunque nos tememos que la
redacción dada finalmente en España pueda orientar a los jueces a perseguir el
proxenetismo de animales pero no las relaciones digamos domésticas. Ahora
corresponderá a los abogados en los pleitos ir buscando jurisprudencia que entienda
que debe perseguirse cualquier forma de zoofilia y bestialismo, y no solo
cuando haya contraprestación económica por medio.
Hasta el momento el
Gobierno no ha movido ficha. Es cierto que en el anteproyecto de ley de
tenencia y compraventa de perros y gatos el ministerio incluyó algunas medidas
de control y registro sobre los perros de
caza para evitar su muerte o abandono al final de la temporada de caza, pero,
ante las quejas de las federaciones de cazadores, el ministerio anunció
públicamente que daba marcha atrás a esas medidas.
¿Se sabe algo de ese
borrador de una Ley marco para protección animal que se filtró hace unos meses?
No era en realidad una ley marco de protección animal, tal como reclamamos
desde la APDDA, que estableciera en todas las comunidades autónomas un mínimo
de protección para todos los animales, sino, como he citado antes, una ley que
aspiraba a regular la tenencia y compraventa exclusivamente de perros y gatos.
Lo cierto es que, tras encontrar el rechazo en ciertos sectores (no solo el
lobby de la caza que ya he citado, sino sobre todo los comerciantes de animales),
el ministerio de Agricultura decidió dar marcha atrás en las dos medidas más
interesantes a nuestro juicio (la prohibición de venta de perros y gatos en
tiendas para favorecer la adopción; además de las medidas de control sobre los
perros de caza). Ahora aquel anteproyecto está guardado en un cajón y no parece
previsible que se vaya a aprobar este año antes de las elecciones.
¿Cómo deberían las
entidades buscar que su voz sea escuchada para que no se aprueben leyes como la
de Castilla la Mancha?
Creo que es muy
importante la coordinación. Generalmente las asociaciones animalistas son muy
pequeñas y están muy especializadas. Pero para abordar grandes retos y para
presentarse con mayor fuerza ante la administración deben coordinarse,
presentarse bajo el paraguas de una coordinadora o una plataforma. Deben
superar las tentaciones individualistas y aislacionistas y hacer esfuerzos para
cooperar y coordinarse. No se trata de que desaparezcan las pequeñas
protectoras, que suelen hacer muy bien su trabajo; se trata de comparecer ante
las instituciones como una sola voz. Los gobiernos no podrán ignorar entonces
las reivindicaciones del movimiento animalista. Hay multitud de ejemplos de que
ese es el camino correcto.
La I Jornada de APDDA
en Septiembre de 2013 fue impresionante, con activistas de toda España
compartiendo un espacio tan emblemático como el Congreso de los Diputados.
¿Cómo lo recuerdas?
Para la asociación
fue uno de los momentos más emotivos de esta legislatura, junto con la entrega
del Premio a la primatóloga Jane Godall por supuesto. Daba gusto ver
a más de 200 personas, representando a un centenar de asociaciones de
protección animal de casi todas las comunidades autónomas, llenando
precisamente la Sala Ernest Lluch, que nos recuerda a uno de los mejores. Ver
tanta gente comprometida con la defensa de los animales y la erradicación
del maltrato y escuchar las cosas que se dijeron en sede parlamentaria, aquello
fue todo un lujo. No pude evitar emocionarme cuando clausuré el acto.
El próximo 24 de
Abril convocáis un Foro Parlamentario Felino que puede significar un gran
avance y más en un país como este que sufre grandes desigualdades en la
normativa pues es una competencia autonómica y municipal, ¿no?
Esa es nuestra
intención. Nos gusta abordar situaciones concretas, como el de los gatos en
nuestras ciudades. Vamos a compartir experiencias de distintas ciudades
españolas donde se está empezando a promover una gestión ética de las colonias
felinas. Creo que debe tener un efecto “contagioso” de cara a las próximas
elecciones municipales. Por primera vez se va a presentar en sede parlamentaria
un manifiesto felino. También vamos a presentar un espacio digital al servicio
de las organizaciones implicadas en la protección de las colonias felinas,
donde puedan compartir documentos, iniciativas, etc. Espero que el Foro permita
multiplicar el trabajo en favor de los gatos en el futuro inmediato.
¿A quién está
dirigido este acto y que respuesta estáis teniendo?
Está dirigido a responsables
políticos y municipales, técnicos de gestión de bienestar animal, responsables
de asociaciones y federaciones felinas, gestores de colonias felinas urbanas.
La respuesta de momento es estupenda. Creo que vamos a superar nuestras
previsiones. No descartamos que al final va a ser todo un acontecimiento.
Lo que igual mucha
gente no sabe es que, además de haber sido un brillante y muy prolífico
diputado por Chunta Aragonesista —integrado en el Grupo de la Izquierda Plural—
y un gran orador, eres escritor. Acabas de publicar un libro de relatos cortos “Regreso
a Innisfree” (http://xordica.com/titulos_det.php?id=231) donde, como en tu primera novela “La mirada del
bosque” (http://www.casadellibro.com/libro-la-mirada-del-bosque/9788499191164/1799687
), demuestras una filia, y una doxa, muy especiales por Irlanda. ¿Hay
algún relato en el que hayan animales implicados? Si no, ¿para cuándo?
Pues muchísimas
gracias por vuestros elogios. Sí, Irlanda es mi pasión y por eso cuando escribo
me encuentro muy cómodo ambientando mis obras en la isla esmeralda. Por
supuesto que aparecen animales y referencias animalistas en mi último libro: en
algún caso como protagonista y en otro completando el perfil de uno de los
personajes. Y puedo anticiparte que en mi carpeta de tramas pendientes para
posteriores novelas tengo algunas que me permitirán denunciar situaciones de
maltrato animal, basadas en hechos reales.
Para acabar, dinos un deseo que quieras ver cumplido.
Me gustaría ver el final de la tauromaquia en todo el
Estado español. Creo que en unas décadas los festejos taurinos pueden morir por
falta de público asistente, si logramos que no haya dinero público que los
sostenga artificialmente. Sería una señal de modernidad, por fin, con varios
siglos de retraso. Y ese avance permitiría un progreso moral de nuestra
sociedad que nos llevara a acabar con la violencia en las fiestas populares y
que nos reconciliara con los demás animales. Creo que ese proceso histórico
podría llegar a verlo cumplido. Estoy convencido de que el siglo XXI va a ser
el de los derechos de los animales. Incluso en España, cuyo estereotipo a los
ojos del mundo es precisamente el del maltrato animal.