viernes, 10 de agosto de 2012

Sobre los pájaros en la Rambla

Muchas veces achacamos la existencia de casos de maltrato animal a motivos como la crueldad o la maldad. Pero lo cierto es que en demasiadas ocasiones, lo que simplemente sucede es un caso claro de falta de empatía. El hedonismo, el egoísmo o el razonamiento simplista de "pues a mi me gusta" impide a muchos humanos pararse a pensar, con el corazón en la mano, si esa situación que le produce un placer pasajero no conlleva al mismo tiempo el sufrimiento innecesario y prolongado de miles y miles de otros seres vivos. Es habitual oír comentarios "nostálgicos" acerca de los "pajareros" de las Ramblas de  Barcelona. Un ejemplo reciente: las declaraciones de la empresaria hostelera Rosa Esteva en "La Contra" de La Vanguardia (09/08/2012).

"...
¿Alguna idea?
Olvidarnos de la uniformidad. Tendríamos que mejorar la Rambla, que desde que la remodelaron los turistas dicen que es decepcionante. Esos quioscos fríos y faltos de personalidad multiplicados a lo largo de todo el paseo para vender camisetas, souvenirs y helados, son nefastos; prefería los pájaros.

Muchos ciudadanos también.
El problema es que a los ciudadanos nadie nos consulta, ni nos escucha. Barcelona ha de ser atractiva por ella, no para despedidas de solteros. Ha de ser una ciudad viva, interesante y divertida por sí misma.
..." 

Tanto a la entrevistada como a la entrevistadora (Ima Sanchís) cabe recordarles que también "muchos ciudadanos" fuimos los que pedimos que se cerraran los negocios de venta de animales en Las Ramblas. Que el cautiverio, el sufrimiento y la muerte (con animales muertos o agonizantes arrojados a los containers) no es ni "vivo", ni "interesante" ni desde luego "divertido". Nuestra réplica en la sección de Cartas de los lectores, publicada hoy, es esta:

"Pájaros en la Rambla
Admiro la sección de la Contra. De casi todas las entrevistas entresaco una lección o un dato de mi interés. Pero en las respuestas de la empresaria hostelera Rosa Esteve sobre la Rambla coincido en casi todo menos en lo de la exposición y venta de animales. La conciencia animalista, con constancia y pruebas irrefutables, demostró que los pájaros, los anfibios y los pequeños mamíferos que se vendían (y venden) sufrían (y sufren) en su exposición en el centro urbano . No es un capricho la deseable desaparición de las pajarerías, es un imperativo moral. El maltrato animal nos hace inhumanos. A todos nos gustan los pájaros en la Rambla, pero solo sobre las ramas de los árboles tienen sentido."

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